Lo que ha hecho Microsoft con la Xbox One es un episodio que merece estar destacado en los libros de comunicación bajo la leyenda "Lo que no se debe hacer". Un desastre desde el primer momento que ha eclipsado y frenado un producto que podría haber llegado a mucho.
Recordemos los rumores previos al lanzamiento, sobre todo en referencia a la necesidad de estar siempre conectado. Antes de saber nada de la Xbox One, la impresión que tenían los usuarios era mala: muchas restricciones y pocas ventajas.
El lanzamiento oficial era la mejor oportunidad para despejar cualquier duda. Microsoft la desaprovechó. Con la boca pequeña, anunció las restricciones para prestar juegos y la necesidad de conexión cada 24 horas.
La tormenta en redes sociales y foros fue impresionante. Prácticamente todo el mundo daba por ganadora a la PlayStation 4 antes incluso de las primeras cifras de reservas o ventas. Normal, al fin y al cabo: Xbox One sólo ofrecía restricciones.
Al final, Microsoft no ha podido con tanta presión y ayer daba un giro de 180 grados en su política.. Hasta aquí parece una historia de una compañía que hizo un mal producto y que ha rectificado a tiempo, ¿no?
En realidad, no. Microsoft no ha sabido vender la consola. Ha comentado las restricciones pero no ha sido claro explicando por qué esas restricciones son "buenas" (o, al menos, los beneficios son mayores que las desventajas).
Microsoft necesitaba un Steve Jobs
Con la Xbox One, Microsoft necesitaba un Steve Jobs. Alguien convencido totalmente de que estaban creando el futuro y con la capacidad de convencer al resto. Las cosas habrían sido muy distintas si Microsoft hubiese presentado la Xbox One de otra forma: adiós a los discos, hola descargas.
No habría habido mejor forma de empezar que hablando sobre Steam. Una plataforma que permite acceso a un catálogo enorme de juegos a buen precio, con la desventaja de que no puedes compartirlos.
Xbox One ampliaba ese modelo de Steam. No sólo podías comprar juegos y descargarlos en cuenta para tenerlos disponibles en cualquier consola, también permitía compartirlo con amigos o incluso revenderlos. Las mismas posibilidades que nos ofrece ahora mismo un disco físico, pero con juegos descargados e incluso más fácil.
Microsoft daba un paso más haciendo menos necesarios los discos. Introduce el CD en la consola, instala el juego y olvídate. Y si en algún momento te cansas, puedes venderlo o pasárselo a un amigo.
Para poder hacer todo esto, Microsoft tenía que mantener dos restricciones. La primera, el control de los juegos físicos (básicamente, que no puedas instalar el mismo juego en varias consolas) y la segunda, la conexión cada 24 horas para comprobar que todas las licencias están en orden.
Esas restricciones ya no están, pero tampoco las ventajas que teníamos. Si quieres prestar un juego, acuérdate del CD, y espera a que te lo devuelvan para poder volver a jugar. Y, por supuesto, nada de compartir o vender juegos descargados.
¿Se podía haber hecho mejor? Desde luego
No os quepa la menor duda de que la Xbox One podría haber mejorado bastante. Aunque el principal fallo ha sido de no saber comunicar lo que hace la consola, también había ciertas reglas absurdas o mejorables. Por ejemplo, el bloqueo por regiones entra dentro de "norma absurda", y me parece perfecto que se haya quitado.
La conexión cada 24 horas se podría haber hecho de otra forma. Dado que el principal propósito es verificar que no hayas prestado o vendido tus juegos, si no te has conectado en los últimos 2-3 días, no podrás prestar o vender juegos. Aunque le des tu CD a un amigo, si no te has conectado a Internet él no podrá activarlo. Por lo demás, tú podrás seguir jugando tranquilamente.
También deberían haber dado más flexibilidad con los juegos físicos, dando la posibilidad de prestar juegos con sólo el CD sin necesidad de transferir la licencia. Simplemente, tu amigo podrá jugar mientras tenga el CD, y cuando no lo tenga se olvida del juego.
Al final, Microsoft ha perdido la oportunidad de ser el primero en dar el salto de verdad a los juegos digitales. No lo ha explicado bien y han tenido que recular para evitar perder muchísimas ventas. La intención era buena, sí, pero la ejecución ha sido un completo desastre.
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