Windows 8 representa el cambio más radical en el sistema operativo de Microsoft desde el lanzamiento de Windows 95. El primer rasgo de personalidad de la nueva entrega es que está pensada para funcionar en más dispositivos que el PC tradicional. Pantallas táctiles, máquinas portátiles convencionales o con modernos touchpads, así como tabletas, son ahora escenarios naturales para el producto. Esta polivalencia tiene un impacto directo en el escritorio, que cambia de manera sustancial la forma de trabajar.
Elementos que desaparecen
Hay dos elementos clásicos que desaparecen, a los que estamos muy acostumbrados en el trabajo dentro del escritorio convencional: el botón inicio y la barra de tareas. El primero se ha sustituido por la pantalla de inicio, donde un mosaico de iconos, que se puede personalizar, da acceso a las aplicaciones y al escritorio convencional
En Windows 8, el escritorio que conocemos es tratado como una aplicación más. Para acceder a la pantalla de inicio cuando no está presente, hemos de señalar con el ratón la esquina inferior izquierda de la pantalla, pulsar la tecla “Windows”, o mediante el panel del sistema que explico unos párrafos después.
La barra de tareas se ha sustituido por un panel situado en el lado izquierdo de la pantalla, que normalmente permanece oculto. En él están dispuestas de manera vertical las aplicaciones en ejecución. Para acceder al panel de aplicaciones hay que situar el ratón en la esquina superior izquierda de la pantalla. Todas las aplicaciones que se estén ejecutando en el escritorio tradicional permanecen agrupadas dentro del icono que lo representa.
Elementos nuevos
En Windows 8 hay un nuevo panel, también oculto, al que se accede buscando con el ratón las esquinas del lado derecho. Ahí tenemos funciones ya conocidas y otras nuevas. Son cinco accesos en total: “Búsquedas”, “Compartir”, “Pantalla de inicio”, “Dispositivos” y “Configuración”.
Un ratón con más funciones
Si bien el ratón sigue desempeñando las tareas de pinchar, arrastrar y soltar, ha de suplir a las funciones que realizan los dedos en las pantallas táctiles. Ahora contamos con la función de desplazamiento para deslizar elementos de forma vertical u horizontal.
El botón derecho también incorpora funcionalidades nuevas sensibles al contexto. Sobre la pantalla de inicio, por ejemplo, despliega una banda inferior que da acceso a todas las aplicaciones. En la aplicación Contactos, despliega esa misma banda con tres funciones (página principal, sólo los conectados y añadir nuevo contacto).
Pantalla compartida
En cierto sentido, el concepto de “ventana” desaparece en Windows 8 en favor del concepto “pantalla”. Ya no es posible organizar las ventanas en mosaicos apilados o paralelos (salvo en la aplicación escritorio tradicional), pero sí podemos visualizar en la misma pantalla dos aplicaciones Modern UI ejecutándose a la vez, pudiendo alterar la proporción que ocupa cada una y saltar rápidamente entre ellas.
Configuración con doble monitor
Si empleamos Windows 8 con más de un monitor nos vamos a encontrar con un comportamiento del sistema al que no estamos acostumbrados. Sólo la pantalla principal funcionará como Modern UI, la otra muestra el escritorio tradicional.
En cuanto pulsemos en la pantalla convencional, la interfaz Modern UI desaparece, prevaleciendo la aplicación “escritorio a la antigua”. Eso sí, en ambos laterales derechos podremos acceder al panel de sistema. La pantalla configurada como principal será la única capaz de mostrar la interfaz Modern UI.
Un cambio de mentalidad necesario
Salvo que dispongamos de una pantalla táctil en nuestro PC, para trabajar con Windows 8 necesitamos cambiar nuestra mentalidad. Hemos de adquirir destreza con el ratón como deslizador y no sólo como apuntador. También tener presente la ausencia de muchos elementos en las aplicaciones Modern UI, que tienen los necesarios, aunque normalmente están ocultos.
Aplicaciones nativas y tradicionales se manejan de forma distinta. En las primeras vamos a interaccionar con elementos que se muestran con una acción previa y en las convencionales tenemos a la vista muchas de sus opciones agrupadas en menús, un concepto que casi desaparece en la nueva interfaz.
Los atajos de teclado, muchas veces olvidados, cobran nueva utilidad. Es más fácil disparar una función de esta forma que ajustar el ratón a zonas concretas de la pantalla. El sistema en sí requiere un aprendizaje, la fórmulas visuales de las nuevas aplicaciones también.
Trabajar con pantallas grandes, con las resoluciones altas que emplean, implica gran precisión con el ratón, por lo que tenemos que ir pensando en emplearlo menos para determinadas funciones y dar más protagonismo al teclado.
Lo queramos o no, Microsoft ha apostado por la unificación, que tiene ventajas e inconvenientes como todo. Windows 8 es muy rápido como sistema, pero trabajar con él puede resultar lento si pretendemos emplear el sistema como si fuera un Windows anterior con animaciones. Windows 8 piensa en táctil y el PC convencional no lo es, por lo que necesariamente tendremos que sacar del baúl recursos que normalmente no utilizamos.
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