Hace cuatro años Microsoft presentaba Windows Phone, el heredero de Windows Mobile destinado a competir con Apple y Google, que, por aquel entonces, empezaban a arrasar el mercado móvil con iOS y Android. Muchos creyeron ver en él un quiero y no puedo del gigante del software, pero el tiempo ha puesto al sistema móvil en la posición que se merece. Hasta el punto de adquirir el papel de timonel de la nueva Microsoft. No sólo es su sistema móvil, Windows Phone y su estilo anteriormente conocido como Metro, son la esencia actual de Microsoft.
Tal es la fuerza con la que el sistema móvil irrumpió en la compañía que ha servido de base para modificar por completo al sistema operativo más extendido del mundo. Poca broma cuando hablamos de cientos de millones de usuarios alrededor del mundo que han crecido y se han educado tencológicamente con el sistema operativo de las ventanas. Así de importante es Windows Phone. Es, ni más ni menos, la imagen de la nueva Microsoft.
En ese papel, Windows Phone 8 es un paso más en la mejora del sistema. Ya no hay cambios revolucionarios en el móvil, lo que viene ahora es perfeccionar la experiencia y unificarla con el resto del ecosistema. La conferencia no ha traído grandes anuncios, bastan las mejoras constantes que añade cada nueva versión. Windows Phone 8 no viene ya a cambiar nada, está porque tiene que estar, junto a Windows 8, en el centro de la experiencia que los usuarios de productos Microsoft compartirán.
El dilema del consumidor
Obviando eslóganes publicitarios, lo cierto es que en Redmond tienen motivos sobrados para considerar su producto como único y diferente. No hay nada comparable a Windows Phone en el mercado, como ya no hay nada comparable a Windows 8 en el mercado. Son algo único y diferente, y esto, como casi todo, tiene sus ventajas pero también sus inconvenientes.
Para quienes abracen el ecosistema Windows, los nuevos sistemas de Microsoft son la panacea tecnológica. La coherencia que la compañía ha logrado es digna de admirar. En pocos años han construido una nueva forma de interactuar con todo tipo de dispositivos y han logrado que ésta sea similar en todos ellos. Nadie ha logrado tal nivel de coherencia en su ecosistema hasta ahora, ni Apple con su sistema cerrado pero separado entre Mac OS e iOS , ni Google con sus intentonas con Android y Chrome OS. Ahora mismo, Microsoft es la que posee el ecosistema más completo e integrado de todos. ¿Quién lo diría años atrás?
Pero el problema viene para los que se quedan fuera. Windows es el sistema operativo más extendido, el que seguiremos adquiriendo con nuestros ordenadores, el que tendremos delante en nuestros trabajos. Pero si nuestros móviles ya no son Windows Phone, nuestros tablets no son Windows RT, ¿qué ocurre con toda esa experiencia de usuario?
Por desgracia, el nuevo modelo de Microsoft penaliza a quienes no abracen por completo el sistema. La brecha entre los nuevos sistemas Windows y el resto de alternativas en el mercado es ahora demasiado grande. Seguimos teniendo la posibilidad de optar por diferentes opciones en cada dispositivo, pero a cambio de perder una parte importante de la experiencia. La duda de si abrazar un único sistema o tratar de convivir entre varios será ahora más acentuada que nunca.
Windows Phone 8 como gancho
En esta situación Microsoft debe realizar un esfuerzo titánico para convencer a los usuarios de Windows. Todos aquellos que cuando se vean delante de la Start Screen pensarán que ese no es su Windows puede que empiecen a preguntarse por otras opciones y a investigar que es lo que más le conviene. Los de Redmond tienen que lograr convencer a todos estos usuarios de que quedarse con ellos es la mejor opción. En esta tarea, Windows Phone 8 juega un papel fundamental.
La conferencia de esta tarde ha servido para reforzar esta idea. El empeño de Microsoft en demostrar la sincronización y coordinación entre sus sistemas es la prueba evidente de que quieren brindarnos el paquete completo: ordenador, tablet y smartphone todo bajo un mismo estilo. Añadiendo además la Xbox como centro de entretenimiento. Las posibilidades que brindan en conjunto todavía no tienen parangón en la competencia y hacen muy apetitosa la oferta de unirse a su ecosistema.
Windows Phone 8 es una de las piezas claves en el futuro de Microsoft. Vemos Windows 8 como el gran cambio por todo lo que supone para nuestros ordenadores de escritorio, pero es la versión móvil del sistema la que tiene la palanca para convencer a los usuarios de que con Windows siguen estando en casa. De que, ahora más que nunca, Windows está en todas partes.
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