Este verano he planificado unas vacaciones que incluyen un largo vuelo, de dos horas y media cruzando media Europa, al que me subo con mi Surface RT en la mochila.
Ciertamente es el primer viaje en avión con el nuevo dispositivo, y tengo la excelente experiencia con el ultrabook de Asus que me ha acompañado los dos últimos años como punto de comparación.
Nacido para viajar
La primera ventaja a señalar, y mucho, es el peso. La mochila se siente vacía en comparación con tiempos anteriores. Incluso si me hubiese traído la Surface PRO, seguiría estando por debajo del peso del Ultrabook.
La segunda ventaja, y esta no me la esperaba, es que se ajusta de forma perfecta a la mesilla del avión. El ángulo en que la sitúa el soporte de la Surface es perfecto para consumir información en la tableta; como puede ser leer, ver películas o escuchar música.
Y si lo que quiero es jugar o interactuar con los programas, la pongo en horizontal y sigue quedando muy cómoda.
Sin embargo, al escribir con el teclado, y estar rollizo como quien escribe estas líneas, veo que ocupo ambos brazos del asiento, sin dejar reposabrazos a mis acompañantes de viaje.
Además el pad del ratón del teclado (Touch Cover) me queda demasiado cerca de la barriga y, para no molestar en demasía a mis vecinos de asiento, debo de contorsionarme para poder manejar el puntero y pulsar los botones del ratón.
Una tercera ventaja, que la he ido saboreando cada vez más, es tener un Word plenamente funcional – lo cual es una gozada -, y que le da ese plus sobre el iPad que hace que merezca, y mucho esta tableta.
Por ejemplo, el extenso borrador de este artículo, lo he empezado a escribir dentro de la cabina de pasajeros, mientras esperamos el arranque del motor izquierdo del avión.
El uso desconectado de Internet
Cierto es el dicho que indica que hechas en falta algo cuando ya no lo tienes. Y esto me ha pasado con la Surface RT al ponerla en modo avión.
La primera consecuencia es comprobar cuantas aplicaciones de viaje que trae por defecto Windows 8.1, necesitan estar conectadas. Por lo cual en el interior de la cabina funcionan de forma reducida, o muy reducida.
Así he aprendido por las malas la importancia de planificar y descargarme todo el contenido que prevea que quiera consumir durante el trayecto.
Y aquí llega la cuarta ventaja de tener un dispositivo RT: la conexión USB.
Sacar de mi bolsillo mi Pendrive USB 3.0 de 32Gb; enchufarlo por primera vez a la tableta; que lo reconozca; y poder acceder de forma completa a toda esa información es – simplemente – lo que espero de una tableta moderna.
Así que me puse a almacenar o recuperar imágenes y vídeos para visualizarlos, y ordenarlos en el PenDrive a través del escritorio RT.
Algo impensable en un iPad, y que te puede dar dolores de cabeza en un Android, según su versión y tu dispositivo USB.
Conclusiones
Estamos llegando al destino, y nos indican las azafatas que pongamos los asientos verticales y apaguemos los dispositivos electrónicos, para la preparación al aterrizaje inminente.
Después de escribir este borrador – que he editado con posterioridad a la vuelta -; jugado a un par de juegos; dejarle la Surface a mi mujer para que entrara con su cuenta propia y continuara leyendo el libro de Zombies que tanto le gusta; finalmente lo he metido en el bolsillo del asiento que tengo delante, y en donde entra perfectamente.
En este análisis he utilizado una Surface RT, pero puedo afirmar que cualquier dispositivo RT representa una ventaja muy importante sobre su competencia tecnológica.
Me ha permitido pasar un viaje consumiendo información y, mucho más importante, pudiéndola generar y gestionar. Y con la plena seguridad que podré acceder a todos mis datos, en cuanto me vuelva a conectar a internet y realice la sincronización con SkyDrive.
En XatakaWindows | Microsoft Surface RT, análisis
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