HP tiene una posición cómoda en el mercado español, actualmente son el principal vendedor de ordenadores, pero la compañía (y hablamos ya a nivel internacional) sabe que el mercado del PC y sus diferentes equipos cambian constantemente. Nuevos gustos y preferencias por partes de los consumidores que buscan algo más que un equipo que les permita trabajar.
Con este contexto, HP ha decidido saltar a una cuota de mercado donde su presencia no es tan significativa: los portátiles convertibles de más de 1.000 euros. Tras varios años intentando posicionar a Spectre como su gama premium, este año lo intentan con el equipo que más pretensiones ha demostrado para ser un competidor digno. Ahora bien, ¿tiene lo que hay que tener para hacerse un hueco?
Cuando buscamos algo más que hardware
En un portátil que vale más de 1.000 euros damos por supuesto que no hay compromisos en el hardware. Entendemos que va a llevar un buen procesador (con toda seguridad un Intel Core i5 o i7) y una cantidad de RAM generosa para que funcione. Puede que tenga tarjeta gráfica integrada o dedicada y este quizá sea el aspecto que más pueda marcar la diferencia en función de nuestras necesidades.
Con configuraciones muy parecidas, al final el recurso que tienen los fabricantes para diferenciarse es el diseño. Líneas atractivas con una buena elección de materiales que lo hagan resistente y bonito al mismo tiempo. Perfiles ultrafinos, pero sin perder los amados conectores (todavía muchos andamos lejos de tener un equipo con un solo puerto). A todo esto hay que sumarle el punto creativo de algunos fabricantes con sus propuestas de equipos híbridos y convertibles.
Con el Spectre X360, HP apuesta claramente por los materiales y el factor forma como sus principales atractivos. Cuerpo metalizado con un aspecto muy robusto que no busca terminar las líneas lo más finas posibles. En ese sentido es un equipo muy recto en los acabados y atractivo.
Cuando lo tenemos en mano y lo ponemos en las diferentes posiciones da una sensación de solidez que atrae. Quizá haya a quienes les guste los ordenadores con un aspecto más esbelto pero en ningún caso estas líneas algo más gruesas hacen que sea un paso atrás. Da igual si lo tenemos en modo portátil o como un tablet con el teclado completamente cerrado, la sensación es cómoda.
Las bisagras transmiten mucha solidez y aunque no tienen el acabado elegante y diferencial de otros portátiles convertibles como el Yoga Pro de Lenovo, cumplen bien su papel y en el rato que estuvimos con él no evidenciaban ser débiles. Veremos cuando lo analicemos si realmente es así.
HP es consciente de que en la gama media están saliendo un montón de convertibles asequibles y decide ir un poco más allá con un equipo premium con el diseño más cuidado.
El teclado, tipo chiclet, no es ninguna sorpresa. Rápido, cómodo pero en la media frente a otros ordenadores con Windows como sistema operativo. Llama la atención, eso sí, el tamaño del trackpad. Grande, con formato panorámico pero que una vez más deja en evidencia que los fabricantes deben aprender de Apple. Sistema operativo a un lado, los de Cupertino sigue teniendo el mejor trackpad del mercado.
Quitando este detalle, HP ha dado un salto interesante en términos de diseños. Un buen equipo, con un panel IPS LCD de 13 pulgadas y resolución Full HD que en ningún momento da la necesidad de que necesita más píxeles por pulgada. Las especificaciones técnicas, pocas pegas tienen sobre el papel.
Procesador Intel Core i7, SSD de 256 GB y 8GB DDR3 a 1.600 mHz como aspectos más destacados de una combinación que ya ha demostrado en más de una ocasión que funciona sin mayor problema. Su principal problema es que entre por los ojos y que pueda diferenciarse por fuera en lo que ya muchos comparten por dentro.
La primera sensación con el equipo es buena pero queda por ver si HP será capaz de despuntar en una gama donde siempre ha traído ordenadores muy prometedores pero siempre le ha faltado algo para ser un portátil a tener en cuenta si vamos a querer invertir más de 1.000 euros.
Ver 7 comentarios