¿Cuánto debería pesar? ¿Qué tipo de procesador es el ideal? ¿Cuántas conexiones USB-A son recomendables? Cuestiones que se ramifican en otras: ¿Dos en uno o tableta? ¿8 o 16 GB de RAM? Elegir un portátil no es tarea sencilla. Y tendría que serlo, un proceso intuitivo con el que se debería llegar al equipo que mejor se ajuste a nuestro día a día.
Cada persona somos un mundo y los fabricantes lo saben, sólo hay que fijarse en la familia Surface de Microsoft. Es por eso que las distintas series de productos cubren cada vez una tipología mayor de gustos. No es sólo que busquemos un tipo de pantalla, también es importante encontrar un color e incluso una funda que se ajuste a nuestros gustos.
Sin embargo, el peaje ineludible es dar con ese laptop que se amolde a las necesidades de cada cual. Y para desenmarañar las dudas y atender al núcleo, nos detenemos en nueve pautas basadas en los puntos centrales que caracterizan a cualquier portátil.
1. ¿Qué procesador me conviene?
Partimos del punto clásico: ¿cuánta potencia necesitas? Esto es relativamente fácil de calcular. Si en tu día a día el equipo cumple con lo que le exiges, no hay de qué preocuparse. Una sentencia de perogrullo pero bastante eficaz.
¿Editas vídeo? Necesitas mucha RAM, un buen monitor y una gráfica dedicada. ¿Vas a jugar a videojuegos y nada más? Olvídate de un portátil y busca una torre competente con una gráfica de última generación. ¿Vas a montar un Excel de contabilidad, redactar correos y conversar por una herramienta de mensajería instantánea? Piensa en un ultrabook o convertible con teclado de membrana que agilice al máximo cada gesto.
¿Te hace falta un equipo multipropósito con el que abrir 30 pestañas en tu navegador y ver pelis en HD al final del día? Apuesta por pantalla sin marcos, buena relación de aspecto y prioridad en autonomía y peso pluma. También puedes buscar soluciones alternativas: los convertibles —portátil de día, tableta de noche, como dicen algunos— son una solución genial, las ventajas de ambos mundos. Si en tu puesto de trabajo cuentas con un All-in-One, siempre es mejor buscar un complemento de gran movilidad.
Maticemos: los procesadores se clasifican en generaciones y cada generación engloba distintas iteraciones. Intel cuenta con una familia que va de i3 a i9, pasando por los más comunes, i5 e i7. Dentro de estos dos, hay distintas placas orientadas a sistemas portátiles, aquellas que optimizan el gasto energético y rentabilizan la potencia —la serie U, para más señas—. En cualquier caso, hay que decantarse siempre por un laptop de la generación más reciente posible. Será la que cuente con mejoras en cada vatio gastado.
2. ¿Cuántos gigas de RAM?
Ya se sabe, en el día a día, la RAM es un alimento básico del ordenador. Son los hidratos de la dieta. Cuanta más RAM posea el equipo y cuanto más rápido sea cada módulo antes responderá a tus peticiones, desde abrir una web hasta ejecutar un PDF.
Si el equipo cuenta con unos escasos 4GB de RAM, apenas podrá almacenar bucles de información virtual, le costará tragar cada bocado y estas rutinas van robando segundos. Y, de uno en uno, al cabo de una jornada laboral puede que hayas perdido media hora y los nervios. Nuestra recomendación es taxativa: no hay que arriesgar, siendo recomendable adquirir un sistema con 8 o más GB.
3. Pantalla, ¿táctil o tradicional?
Esta es una duda que surge si vienes de usar portátiles de pantallas tradicionales. Antes de abordar las resoluciones adecuadas para cada tipo de uso, tenlo en cuenta: las pantallas híbridas agilizan enormemente los flujos de trabajo. Los paneles multi-touch —aquellos que interpretan varios toques a la vez— con buena resolución, de 8 puntos o más, son idóneos a la hora de comprar.
No es lo mismo arrastrar la flecha del mouse hacia donde quieres clickar que directamente dar un toque con un dedo sobre ese icono. Igual para ampliar una imagen, editarla, realizar una captura, escribir un apunte a mano alzada sobre ella… Pantallas como las PixelSenses de los Surfaces permiten programar un buen puñado de gestos para convertirlos en atajos, a lo que hay que sumar el lápiz digital, incluido de serie en todos los Surface sin coste adicional.
En cuanto a la resolución, este es un valor a tener en cuenta. Cuanto mayor sea la densidad de píxeles, más definidas veremos las imágenes, mejores serán las capturas que saquemos, la vista se cansará menos y podremos sacar todo el partido a aplicaciones como Netflix o Amazon Prime Video —compatibles con 4k—.
El tipo de panel también es un factor determinante: no tienen nada que ver un TN, VA y un IPS, siendo estos últimos los LCD más comunes por su buena relación calidad-precio, alcanzando un desempeño elevado en algunos casos. ¿Qué es eso de desempeño elevado? Que sean capaces de reproducir un buen perfil de color RGB, que cubran un gran espectro del gamut.
Otros valores a tener en cuenta son la capacidad antirreflejos, si trabajamos en exteriores; el ancho de los marcos —cuanto menos, mejor se aprovecha el espacio—; y si cuenta con cámara web integrada, algo imprescindible para videoconferencias, autenticación de rostro mediante Windows Hello o capacidad para grabar, hacer fotos, etcétera.
4. ¿Cuál es el mínimo/máximo exigible de autonomía?
¿Cuánto debería aguantar la batería del equipo trabajando en tus tareas habituales con el brillo de la pantalla al 50-60%? Lo habitual es apostar por una jornada completa.
Ocho horas en las que pasamos de tareas ofimáticas de mínimo desempeño —editar un Word, leer un email, sincronizar datos con un servidor en la nube, dejar en segundo plano el vídeo “10 horas de sonidos de la selva”— a otras más exigentes, como poner a todo volumen los últimos capítulos de una serie, dejarle al niño que instale y juegue un rato a Fortnite, o montar y renderizar uno de esos PowerPoints con 50 slides que al día siguiente vas a presentar delante de algún cliente importante.
Por supuesto, aquí cabe matizar muchas variables. Si el equipo cuenta con gráfica integrada, consumirá menos recursos que si ha de suministrar energía a una tarjeta dedicada (aunque esta segunda será capaz de ejecutar tareas más exigentes). La fórmula exacta es aquella que se ajuste a cada necesidad concreta, aunque la clave fluctúa entre el buen equilibrio y un chipset ahorrativo.
5. Peso, ¿cuanto menos, mejor?
El peso define si nuestro laptop será un portátil de verdad o un equipo secundario que irá de casa al trabajo y poco más. Si pesa más de 1,5kg —a lo que debemos sumar estuche y batería— la realidad se impone: molestará llevarlo a cuestas, nos dolerán los hombros. Si un equipo se jacta de llamarse a sí mismo ultrabook, debe ser consecuente con lo que promete.
La mayor parte del peso proviene de componentes mecánicos, materiales de refrigeración y la batería, que llega a sumar hasta un 40% del total. Si en vez de HDD apostamos por una unidad de estado sólido, ganamos en rendimiento y restaremos unos cuantos gramos al conjunto.
Y puedes estar seguro que la tecnología móvil ha logrado maravillas. Hoy día podemos tener en casa un equipo como el Surface Pro 6. Es decir, hasta 16GB de RAM, procesador i7-8650U y 1TB de disco sólido en apenas 770 gramos. Impensable hace un par de años.
6. ¿Qué conectividad no puede faltar?
A nadie le gusta comprar adaptadores y llenar la casa de cables por culpa de un laptop con pocas conexiones. Hay que pensar en qué conexiones usaremos en el día a día, nada ostentoso, pero sin sacrificar. Si es posible olvidarse de un equipo con conexiones USB 2.0, mejor.
Las conexiones mínimas exigibles son: un USB-C, ya sea para cargar el móvil o acoplar un disco externo, entrada para auriculares —minijack de 3,5mm— y una salida adicional para conectar un dock o algún cable de vídeo.
Hoy día, con las conexiones WiFi 5G y los chips de alto rendimiento, podemos incluso prescindir de la conexión Ethernet. Es una de las claves de un sistema portátil. Una de las ventajas de algunos convertibles y ultrabooks, como los Surface de Microsoft, reside en su capacidad para amplificar conexiones: todos estos equipos son compatibles con un dock, perfecto para sumar entradas Mini DisplayPort, HDMI, más USB, más audio y todo mientras aprovechamos para cargar el equipo.
7. ¿OS instalado o sin licencia?
Parece una bobada, pero es de agradecer que la primera hora que vas a pasar con un equipo nuevo sea configurándolo a tu gusto, no peleándote con instalar el sistema operativo.
Este es un recurso para reducir el precio del producto —luego tendrás que pagarlo con creces cuando compres una licencia—, ya que, aunque la libertad de no contar con OS permite decidir cuál preferimos instalar, al final nos encontraremos con la misma necesidad: dedicar tiempo a instalar y configurar el sistema operativo.
8. ¿Podemos olvidarnos de la seguridad?
Contar con un antivirus es algo que muchos usuarios ni contemplan. Hasta que llega la desgracia y van corriendo al SAT clamando por «pónmelo de pago, me da igual, pero que no vuelva a perder mis datos».
La ventaja está en casa: Windows Defender cuenta con un potente antivirus integrado, a la altura de muchas herramientas dedicadas. Un clase A justo un escalón por debajo de los clase S de la tabla (Kaspersky y Bitdefender). Lo mejor es su precio, claro. Protección contra virus, malware y spyware sin pagar un euro al mes, protección en tiempo real basada en la nube, así que su versión de patrones se actualiza diariamente
Pero el antivirus no lo es todo: algunos equipos añaden un chip TPM, como los Surface de Microsoft, imprescindible si nuestro equipo se acabará convirtiendo en una herramienta de trabajo, ya que no solo están en juego los datos personales o las fotos de las vacaciones, también los archivos con los que trabajamos diariamente en la empresa.
9. ¿Soy un trabajador digital?
Es difícil no haberse topado alguna vez con el concepto de "transformación digital". Se habla de ella constantemente al referirse al sector bancario o el de retail, por ejemplo, pero tampoco está de más preguntarnos si la hemos llevado a cabo nosotros como usuarios. ¿De qué sirve comprarse el equipo con el hardware más potente si seguimos trabajando como hace diez años?
El salto es posible gracias a la utilización de la suite Office 365, integrada de serie con algunos de los modelos Surface. No hay duda de que se trata de su complemento perfecto, porque permite trabajar sobre nuestros archivos desde cualquier sitio y cambiando de dispositivo. Además, facilita mucho el trabajo colaborativo, facilitando que un mismo documento puede ser modificado por varios usuarios a la vez. Con programas como Teams (el Slack de Office) se pueden crear grupos de trabajo y compartir comentarios y archivos de Word, Excel, PPT o OneNote. También podemos enriquecer esta herramienta con aplicaciones a modo de widgets. Office 365 también es un buen modo de tener respaldo siempre de la información, pues según se está creando un archivo se va guardando en la nube de Microsoft.Transformarse digitalmente es sobre todo trabajar de forma colaborativa y en la nube, algo que pone en nuestra mano Office 365.
Un verano de opciones
Para terminar, y volviendo al mantra: la necesidad de cada uno es diferente, pero siempre conviene ir a lo seguro, a equipos que cubran la mayor cantidad de escenarios de uso posibles. Para eso nació la citada línea Surface), que cuenta actualmente con importantes descuentos. ¿El motivo? El verano y su apuesta por la movilidad.
El Surface Laptop 2, por ejemplo, es un ultrabook con procesador i7 de octava generación, 14 horas de autonomía, 1.252 gramos de peso, pantalla de 13,5’’ y un sobrio tapizado en tela agradable al tacto. Además, permite ahorrar 106€ al personalizar el equipo con Office 365, dos años de garantía opcional y accesorios con descuentos.
Quien busque algo más ligero, el Surface Pro 6 es su canditato: 770 gramos, hasta 13,5 horas de autonomía y la integración de Windows 10 Home. Con los complementos Surface Dial y el lápiz se transforma en una de las herramientas más intuitivas y evolucionadas para trabajar. Generaciones enteras de diseñadores gráficos llevan años soñando con un equipo que ahora puede conseguirse con un ahorro de 165,99€.
Más ligero aún es el Surface Go, un equipo pensado para estudiantes, padres y profesores, orientado a tareas cotidianas y con conexión 4G (LTE) desde cualquier punto. Al comprarlo junto a sus accesorios, permite ahorrar hasta 66€.
Por último, el Surface Book 2, disponible en 13 y 15 pulgadas y con descuentos de hasta 262,35€ con el pack de verano, es el hermano mayor y un convertible top. Un todo en uno con hasta 16GB de RAM, 1TB de almacenamiento sólido, 17 horas de autonomía y gráficos NVIDIA GeForce dGPU. Sí, más que suficiente para ejecutar Sea of Thieves y Fortnite. O para aprovechar el recién presentado Xbox Game Pass en PC, con 110 juegos disponibles mediante suscripción mensual. También hay que pensar en desconectar y no tanto en el trabajo. ¿O no?
Imágenes | Microsoft Store