Parece que el reconocimiento facial ha llegado para quedarse. Ha sido Apple la que con el iPhone X demostró las bondades de un sistema, Face ID, que aunque muy eficaz, para muchos aún no llega a ofrecer las mismas prestaciones que sí que ofrece el clásico sensor de huellas que tan popular se había llegado a hacer en nuestras vidas.
Lo cierto es que estamos viendo cómo el reconocimiento facial está pasando a figurar en la hoja de especificaciones de cada vez más dispositivos. Facilitar el acceso a los mismos es su principal utilidad por ahora, ya que en Microsoft tienen planes aún más ambiciosos.
Y cómo nos cuentan en Windows Central, Andromeda vuelve a salir a la luz, ahora con una nueva patente que relaciona el futuro (esperamos que cercano) de Microsoft, con una nueva funcionalidad que podría integrarse en futuros desarrollos.
Haciendo uso del reconocimiento facial desde Microsoft han desarrollado un sistema que permitiría el control del volumen en un hipotético dispositivo con dos pantallas. Ya vemos que no es sólo ZTE o Samsung las que trabajan en este tipo de productos.
En la patente Microsoft integraría dos cámaras, una en cada pantalla, que se encargarían de detectar la posición del usuario respecto a las mismas. Este posicionamiento sería usado para por ejemplo bajar el volumen cuando no estemos mirando la pantalla o modificar el volumen del audio según la pantalla en la que estemos centrando nuestra atención.
La patente además hace referencia al uso de la bisagra central, de la que ya hemos hablado como protagonista de otros desarrollos. Una bisagra que podría actuar como método de control del volumen en pantalla. Métodos de control que buscarían acabar con el uso de los clásicos botones en los laterales del teléfono, para lo cual apostarían por ofrecer una respuesta háptica que facilitara al usuario el conocer que ha realizado una acción en el sistema.
Andromeda es por ahora un concepto, algo que flota en el aire. Hay rumores, se habla de patentes que pueden o no, plasmarse en la realidad. Pero a día lo cierto es que no tenemos nada en claro. Sólo soñamos con lo que puede venir y no nos queda más que esperar para conocer si finalmente se hace realidad.
Imagen | David Breyer en Twitter