Esta semana se cierra definitivamente la que fue una de las noticias del año pasado: la adquisición de la división de dispositivos y servicios de Nokia por Microsoft. Más de siete meses de un largo proceso que ha requerido la aprobación de los accionistas de las compañías y el visto bueno de las autoridades reguladores de los diferentes territorios, culminan ahora con el cierre de una operación por la que la parte más conocida de Nokia Oyj pasa a integrar Microsoft Mobile Oy.
La noticia inaugura una nueva etapa en el universo Windows como hacía tiempo que no se veía. Microsoft ha adquirido a un icono de la telefonía móvil y al fabricante responsable del 93,5% de los smartphones con Windows Phone en el mercado. La importancia del acuerdo, sus cifras, cómo llegó a fraguarse, nombres y consecuencias bien merecen un repaso final antes de que de comienzo la siguiente batalla de esta guerra tecnológica.
Los números y el resumen de la adquisición
El trato se puede resumir con una escueta frase: Microsoft ha comprado el negocio de telefonía móvil de Nokia; pero los detalles de la operación y sus implicaciones van mucho más allá. Empezando por los números y condiciones de la compra, que se pueden recopilar en los siguientes puntos:
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Por 3.790 millones de euros Microsoft adquiere la división de Dispositivos y Servicios de Nokia, incluyendo 8.500 patentes.
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Por 1.650 millones de euros más consigue licenciar el resto de patentes que conservará Nokia y el servicio de mapas HERE para utilizarlo en todos sus productos.
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Microsoft se hace además con las marcas Lumia y Asha y licencia para utilizar la marca Nokia en ?feature phones? durante los próximos 10 años.
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Nokia mantiene el servicio de mapas, la división de Siemens Networks y el grueso de su valioso portafolio de patentes.
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25 mil empleados de Nokia pasarán a engrosar las filas de Microsoft. Buena parte de ellos están directamente relacionados con el diseño y fabricación de teléfonos móviles.
El desembolso total de Microsoft asciende así a 5.440 millones de euros. Una cifra que suena a poco por lo que supone la compra del otrora dominador absoluto de la telefonía móvil. La compañía de Redmond se ha hecho con un histórico de la industria de la telefonía móvil y un fabricante de reputado prestigio y calidad a un precio considerablemente bajo. Más aún si tenemos en cuenta compras recientes de otras compañías en el sector tecnológico.
La situación dejaba terreno abonado para que volvieran a surgir teorías sobre la estrategia de Microsoft con Nokia y el papel de Stephen Elop. El directivo canadiense había cambiado las oficinas de Redmond por su despacho en Espoo y muchos quisieron ver en él a un caballo de troya decidido a dinamitar el crecimiento de Nokia y posibilitar una adquisición barata por parte de Microsoft. Habrá quien crea que el tiempo les ha dado la razón, convirtiendo el acuerdo en la jugada maestra de un Steve Ballmer en la recta final de su mandato, pero lo cierto es que la historia del acuerdo parece mucho más mundana y alejada de maniobras maquiavélicas de algunos directivos.
La historia tras el acuerdo
A pesar de lo atractivo de los argumentos conspiranoicos en torno al papel de Stephen Elop como CEO de Nokia no parece haber evidencia suficiente para probar una teoría de ese calado. Elop era el CEO de Nokia desde septiembre de 2010 porque así lo permitía su junta de directivos con Risto Siilasmaa a la cabeza. El mismo Siilasmaa cuyas conversaciones con Ballmer derivaron en la operación de venta que hoy culmina. Operación que además recibió la aprobación de los accionistas en una reunión extraordinaria celebrada el 19 de noviembre de 2013.
Microsoft y Nokia llevaban tiempo colaborando. Ambas compañías firmaron en febrero de 2011 un acuerdo por el que la empresa finlandesa se comprometía a utilizar Windows Phone en sus próximos smartphones y abandonaba sus pretensiones de crear un sistema operativo propio para sus móviles. Microsoft a cambio favorecería la transición con inversiones periódicas y todo tipo de facilidades y privilegios de acceso al desarrollo del sistema.
Así se mantuvo el acuerdo hasta que dos años después, en el Mobile World Congress de Barcelona de febrero de 2013, Risto Siilasmaa y Steve Ballmer comenzaron a reunirse bajo la premisa de encontrar mejores formas de colaboración. Los dos directivos barajaron muchos escenarios de futuro pero terminaron llegando a la conclusión de que solo una combinación podría tener sentido para ambas compañías: la venta de la división de dispositivos de Nokia a Microsoft.
Steve Ballmer: "Revisamos muchas muchas posibilidades juntos y finalmente escogimos esta en la que nosotros compramos todo el negocio de teléfonos de Nokia, nos convertimos en socios y clientes de HERE y licenciamos patentes de Nokia."
Así llego verano de 2013, momento en el que otro cambio fundamental se estaba fraguando en las oficinas de Redmond. Presionado por la junta directiva y accionistas, Ballmer anunció a finales de agosto su intención de abandonar el puesto de CEO de Microsoft y concedió 12 meses de plazo a la junta para encontrar un sustituto. La retirada de Ballmer atrajo así la atención de prensa y público días antes de que Microsoft anunciase la compra de Nokia y la cercanía entre ambas fechas serviría para alimentar otros rumores sobre los motivos de la operación.
Las relaciones de Ballmer con la junta directiva llegaron a su punto más bajo cuando el directivo elevó su tono en una reunión celebrada en junio en la sede de Microsoft en Redmond. Ballmer estaba proponiendo la compra de Nokia y defendía la necesidad de hacer las cosas a su manera para poder seguir ejerciendo como CEO. Varios miembros de la junta, incluido Bill Gates, se oponían a una operación que convertiría a Microsoft en fabricante de móviles y supondría un paso más para transformarla en una compañía encargada también del hardware.
Las dudas eran obvias en el seno de Microsoft. El propio Satya Nadella tampoco apoyó la compra inicialmente. El que a la postre terminaría siendo elegido CEO de Microsoft mostró su desacuerdo en un sondeo interno realizado en Redmond para comprobar la reacción de los ejecutivos al trato. Con el tiempo, no obstante, Nadella parece haber cambiado de opinión:
Satya Nadella: "Nokia trae consigo lo móvil a través de hardware, software, diseño, experiencia en la cadena global de suministros y un profundo conocimiento y conexiones sobre el mercado móvil." … "Este es el movimiento correcto para Microsoft."
El caso es que el debate en Redmond fue de todo menos tranquilo. Fuentes con conocimiento de las conversaciones aseguran que los gritos de Ballmer en la reunión de junio podían oírse fuera de la sala de conferencias. El antiguo CEO no logró convencer a la junta entonces y tuvo que esperar tres meses hasta conseguir buena parte de lo que se proponía. Eso sí, a un coste muy alto para él.
El 3 de septiembre de 2013, once días después de que Steve Ballmer anunciase su marcha, Microsoft anunciaba la compra de Nokia. La compañía de Redmond adquiría los negocios más públicamente conocidos de Nokia y parte de su propiedad intelectual, además de lograr licencias por varios años sobre servicios y patentes de los finlandeses. La adquisición debería cerrarse en el primer trimestre de 2014, pero tras varios retrasos ha habido que esperar hasta el día de hoy para concluir una operación que abre una nueva etapa para las dos compañías.
Nokia y la necesidad de vender
A mediados de 2013 Nokia seguía luchando por ganar relevancia en un mercado del que se había visto expulsada tras años de dominio. A pesar del acuerdo con Microsoft sobre Windows Phone y de lograr reducir las pérdidas bajo el mandato de Stephen Elop, previo despido eso sí de 40 mil empleados y venta de propiedades; la compañía finlandesa no estaba logrando recuperar posiciones al ritmo necesario y veía cada vez más lejos a sus competidores.
Los meses siguientes además aparentaban marejada. Justo antes de anunciar su venta a Microsoft varios analistas apuntaban a un posible tercer trimestre de 2013 desastroso para Nokia. De confirmarse se sumaría a las pérdidas de 500 millones de euros que ya acumulaba en los seis primeros meses del año. Las cifras eran una reducción significativa respecto a los 1.800 millones de pérdidas del mismo periodo de 2012, pero no bastaban para ayudar a Nokia a recuperarse.
Desde 2007, momento en el que las acciones de Nokia tocaron techo a 40,59 dólares, la compañía se había dejado más de un 80% de su valor en bolsa. Los últimos movimientos no habían logrado frenar la caida. En el tercer trimestre de 2010 Nokia tenía una capitalización bursátil de 90 mil millones, en el momento de su venta a Microsoft esa cantidad había bajado hasta los 18 mil millones de dólares.
Y lo peor era que la situación no tenía visos de cambiar en el futuro próximo. Nokia había perdido por completo su posición en el importante mercado de smartphones y no era capaz de remontarla. Si en 2007 su cuota de ese mercado era de un 49,4%, en septiembre de 2013 se movía en cifras inferiores al 4%. Las ventas de Lumia, con 7.4 millones de smartphones en el segundo trimestre de 2013, no eran suficientes para arañar puntos a otros fabricantes.
El propio Siilasmaa reconocía en septiembre que Nokia no tenía los recursos para hacer frente por si sola al duopolio de iOS y Android. La ayuda de Microsoft no bastaba y la compañía estaba perdiendo dinero con el acuerdo actual. Incapaz de parar la sangría Nokia podría llegar a plantearse un giro en su estrategia y probar la venta de móviles con su propia variante de Android. Algo que, por cierto, terminaría haciendo a su manera con los Nokia X.
Con los números aún lejos de cuadrar y la desesperación cundiendo en las oficinas de Espoo la venta de parte de la compañía a Microsoft empezó a cobrar todo el sentido. La estrategia de Elop no parecía haber logrado efecto a la velocidad necesaria y Nokia se encontraba en un punto crítico del que podría no ser capaz de salir en solitario. La venta de sus divisiones menos rentables, por mucha historia que las ampare, semejaba un trato necesario para evitar arrastrar a toda la compañía al suicidio.
Para algunos Nokia puede haber vendido barata su división de móviles pero lo cierto es que el acuerdo es una salida inteligente para la compañía. La marca continuará existiendo bajo el mando de los de Espoo, que mantendrán consigo divisiones todavía rentables e importante propiedad intelectual. Además, parte del acuerdo incluye 1.500 millones de euros en financiación directa que Microsoft proporcionará en tres pagos de 500 millones de euros, permitiendo cierta situación de desahogo para afrontar la reconversión.
Los mercados también parecen opinar que la operación era la adecuada. Tras meses cotizando por debajo de los 4 dólares, las acciones de Nokia subieron un 35% de golpe tras el acuerdo y llevan meses cotizando por encima de los 7 dólares. Si alguien necesitaba este acuerdo esa era Nokia.
Microsoft y la necesidad de comprar
Una compañía de dispositivos y servicios. Ese es el mantra que Microsoft lleva defendiendo desde hace meses y que supone una de las variables para explicar que haya comprado Nokia. La otra variable es el reconocimiento definitivo de la suma importancia del mercado móvil. Un mercado en el que fueron de los primeros en entrar pero en el que no supieron responder en su momento de verdadera explosión. Si Microsoft quiere ser una compañía de dispositivos y servicios y ser relevante en el mercado móvil un movimiento agresivo como este era necesario.
Aunque Windows Phone está creciendo en cuota de mercado su ritmo es extremadamente lento. Apenas supera el 10% de cuota en un puñado de países y se mantiene como el tercer sistema en discordia en un sector claramente dominado por Android y, en menor medida, iOS. Poca broma para los de Redmond, donde consideran que el éxito en smartphones es fundamental para el éxito en tablets y ayudará en un mercado de PCs que lleva tiempo en desaceleración.
La idea de conservar su papel de compañía de software supondría ceder el dominio de las plataformas a otros actores y los colocaría en una situación de debilidad frente a sus rivales. Desde Redmond bien podrían desarrollar software para Android e iOS, como ya hacen, pero no pueden correr el riesgo de que Google y Apple los excluyan de la innovación, integración o distribución del mercado móvil. Eso por no hablar de las consecuencias estratégicas y económicas de depender de la plataforma de otros.
Así las cosas, la adquisición fue defendida por Ballmer y compañía como un paso necesario para proteger el futuro de Windows Phone. El movimiento proporcionaría la posibilidad de tener hardware propio sin limitar la participación de otros socios en el sistema. Esos al menos eran sus objetivos declarados. Y es que a nadie se le escapa que Nokia es el único fabricante de relevancia del sistema y la posibilidad de que optase por probar con otros era una amenaza demasiada peligrosa.
Microsoft no podía arriesgarse a perder a la compañía que por aquel entonces tenía más del 80% del mercado de Windows Phone.
Durante varios meses muchos medios barajaron los rumores de un posible terminal de Nokia con Android. Según varios analistas de Wall Street en esa posibilidad se escondían los verdaderos motivos de comprar Nokia. En Redmond temían que la compañía finlandesa llegase a plantearse dejar de fabricar Windows Phone y rompiese el acuerdo que los unía. Un desastre en potencia para Microsoft que no podía arriesgarse a perder a la compañía que por aquel entonces tenía más del 80% del mercado de Windows Phone.
Para Steve Ballmer la compra de Nokia era imperativo para el futuro de la compañía. Y, tuviera o no razón, contaba con cifras para defenderla. 5.440 millones de dólares es un precio bajo si los de Redmond logran alcanzar los números estimados por la dirección: alcanzar el 15% del mercado en 2018, con unos ingresos proyectados para entonces de 45 mil millones de dólares y con beneficios de entre 2.300 y 4.500 millones anuales.
Las cuentas podrían salirle a los de Redmond. Windows Phone proporcionaba menos de 10 dólares por unidad vendida a los de Redmond y tras la adquisición esa cifra superará los 40 dólares. Microsoft además adquiere un fabricante excepcional de móviles. que aún hoy en día es el segundo mayor gracias a sus “feature phones”. Nokia todavía contaba con una oportunidad de oro para captar usuarios entre la gente que aún no ha entrado en el mercado de smartphones. Puede que ese sector menos asentado sea el mejor para el crecimiento que Windows Phone necesita.
Con el trato Microsoft además adquiere más de 8.500 patentes y acuerdos de licencias sobre otras tantas que permanecerán en la cartera de Nokia. Juntas suman una propiedad intelectual de gran valor y colocan a los de Redmond en mejor posición para cobrar a terceros por el uso de patentes en dispositivos inteligentes. Cosa que ya ha venido haciendo con un gran número de fabricantes de móviles Android y que al parecer proporciona no pingües beneficios.
Las posibilidades de la compra para Microsoft no terminan ahí. La compañía norteamericana también se ha asegurado el servicio de mapas HERE. Este permanecerá en manos de Nokia pero Microsoft mantendrá su licencia y tendrá acceso preferencial al mismo y a su tecnología. Un paso fundamental que reconoce la importancia de este tipo de servicios y pretende evitar otro posible foco de dependencia de actores como Google y sus omnipresentes mapas.
Microsoft ha comprado Nokia para asegurarse su independencia en el mercado móvil
En Redmond no quieren depender de nadie. Hacerse con los dispositivos y servicios de Nokia parece ahora un paso necesario. Si la operación logra asegurarles la independencia en el mercado móvil el precio de 5.440 millones de euros no será ni mucho menos caro. El mercado y los usuarios tienen ahora la palabra. Solo ellos y sus decisiones en el futuro dictarán sentencia sobre el último gran acto de Steve Ballmer como CEO de Microsoft.
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